miércoles, 16 de junio de 2010

Últimamente las noches se me han hecho un tanto extrañas. La apatía me busca frecuentemente y se desliza por mi pecho. No hay nada que me provoque hacer ni costumbres que quiera mantener. Todo se me escurre de entre los dedos y se me hace más efímero que la vida de una mosca. Los minutos se me pegan al cuerpo como sanguijuelas absorbiéndome la vida. ¡Estas noches sí que son extrañas! No encuentro sosiego poniéndole nombres a la nada y las horas van tejiendo mis cabellos con lacitos de una nostalgia rosa y gris. Y es que se me hace incomprensible cómo se me van perdiendo y quemando los fotogramas que conforman mi memoria, quedando los recuerdos como marcas de agua algo desgastadas. Y me aferro a esta necia costumbre de escribir, tratando de decir y sin lograr decir nada. Es una especie de vacío en el estómago, una extraña ansiedad de no sé qué royéndome los labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario