martes, 31 de mayo de 2011

-/- Para Cortázar-/-

Se cuela la melancolía entre tus mesas, el golem, las gotas, los hoteles. No nos has dejado otra cosa que llanto, nostalgia y sangre. Es un constante revolver entre tus letras y el hambre: hambre de saber, de escribir, de sentir, de leer, de vivir, y casi, cuando voy llegando al final de “El Bolero”, de morir. Mientras vas de boca en boca, de dueña y mujer a ninfa perdida en el recuerdo, yo me pregunto en qué sopa de estrellas me habré hundido, que me cuesta tanto salir a flote del letargo en el que me has dejado. Y es que casi  te imagino allí, sentado frente a una ventana en alguna pequeña mesita en la avenida, con el sol de un domingo, en febrero, perfilando el cigarrillo y tu nariz, mientras le escribes al pan blanco, a la caricia, a la boca, a la mujer, al deseo satisfecho de un tinto y un café.