viernes, 13 de enero de 2012

-/-Cuando Badb llama a la puerta-/-

Hay que amarrar a Hecate, hay que realizar a un conjuro para que desaparezca el Poltergeist, para que la presencia en el hombro que te insta, que te pide, que necesita  satisfacer el deseo de devorar  lágrimas, carne, hueso y sangre se retire. A veces golpearlo directamente en el rostro no es suficiente; a veces amarrar a Hecate no basta porque se siguen escuchando sus gritos “¡quiero sangre!” (Cito a  la loca) y ensordecen. Despierta la estulticia y esa sí que sufre de insomnio: es incansable, infalible y antropófaga.
                                       
Mis conjuros favoritos son “me doy la vuelta y me voy” o “no le hago a los demás lo que no quisiera que me hagan a mí”. Pero ni el más racional podría resistirse cuando el cuervo de guerra se cierne sobre el campo de batalla  a pedir cabezas. Badb llama. Es  una cuestión de tiempo: eventualmente la estulticia se va a cansar y se preparará para el suicidio. La muerte implica renacimiento. Al morir la estulticia renacen el logos y la phronesis.  Y si hay suerte, aparece entre bombos y platillos el perdonum maximus.
Es cuestión de tiempo. Pero al tiempo  no siempre lo tenemos en las manos.  Personalmente, sólo en los momentos en los que la estulticia golpea más fuerte, en que Hecate se desgarra la garganta a gritos,  empiezo a creer  que la Biblia es un libro de consejos muy útiles. Aquí les presento mi única salvación en momento de crisis, el candado de la puerta. Espero a alguien le sirva igual que a mí:

“Dios, dame la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar;
Valor para cambiar las cosas que puedo; y sabiduría para conocer la diferencia.
Viviendo un día a la vez;
Disfrutando un momento a la vez; 
Aceptando dificultades como el camino a la paz;