Eras la flor
Eras la amada
Eras la reina
La que se perdía entre luceros y planetas
La que reía mientras nadaba en lagos de tristeza
La única
Pilar del templo de esperanzas
Eras mujer
Eras el ángel
La luz que poco a poco iba menguando
La que vagaba entre paredes y esquinas intemporales
Eras la sombra que siempre estaba a un lado
La que tomaba forma cuando era nombrada
La que se pierde entre espejos y miradas
La que camina lentamente
La que iba de mano de la lágrima y la noche
La que buscaba a ciegas en la nada.
Eres Merangel.
In Memoriam, Merangel Otamendi.
Por siempre amada y recordada.
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