No hay nada peor que esos orgullos y prejuicios que acallan el paso de las páginas. Que van cortando las flores que nacen de tus labios. Que vuelven putrefactas la menta y la yerbabuena de tu hálito. No hay nada peor que esos orgullos y prejuicios que nos mantienen alejados y callados aun cuando estemos tomados de la mano.
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