martes, 28 de junio de 2011

-/- Yo sí soy Teatrera-/-

Alguien, hace no mucho tiempo,  me llamó "Teatrera" para intentar insultarme. Hoy, aun en pie, le respondo: ¡Gracias! ¡Gracias por ese hermoso cumplido! Ser teatrero, señores, para los que comparten esta vocación, es saber dejar el alma en las tablas; es concientizar que voz y cuerpo siempre deben ser uno, tomarse de la mano y acompañar al personaje hasta el final; un teatrero de verdad sabe que el personaje se construye a partir de la mirada, que hay que saber qué le podemos regalar de nuestro ser para enseñarle a caminar, a gesticular, a hablar, a reír, a llorar ¡a vivir! que cuando muera, morirá entre aplausos y que si nadie aplaude ¡No importa! el aplauso se lleva adentro.
Es prestarle el cuerpo al personaje y verlo como un hijo: carne de mi carne, sangre de mi sangre, producto del sudor, de las lágrimas y del trabajo con compromiso. Es estar consciente de que las heridas al practicar las caídas, las lesiones y las frustaciones no son más que medallas valiosas en esta guerra teatral. Ser Teatrero no es un pasatiempo, es un trabajo de tiempo completo que te nutre de euforia, de locura, de dolor, de alegría, de espanto, de júbilo, risas y llantos. Ser Teatrero es llevar la palabra "catarsis" tatuada en el pecho.

Es saber que al teatro se llega media hora antes, y que si no, por respeto, se llega 5 minutos antes  del ensayo con la cabeza gacha y pidiendo perdón a todos y cada uno de nuestros compañeros; ser teatrero es llevar la frase "la función debe continuar" como estandarte, aun incluso frente a la muerte.
Ser teatrero es recordar que hasta una persona es público, que jamás se le da la espalda, que jamás se desprecia por considerarse poco; es presentarse igualmente en una gran sala o al aire libre, con los equipos de sonido, iluminación,  y tramoya más avanzados o quizás con latas de leche pintadas de negro, bombillos, plástico de colores y un buen amigo que cambie el track del CD al pasar al sigueinte acto.

Ser teatrero es sudar la camiseta, es dejar la vida en escena y sentir orgullo así tu papel sea el del "árbol número 5", porque el teatrero valora y respeta el trabajo de cada uno de sus miembros; ser Teatrero es desgranar el texto sílaba a sílaba e impregnarse con el mensaje del autor, con la crítica, con la burla, con la pregunta.

Es autodestruirse para volver a renacer al día siguiente convertida en Ofelia, en Rosalinda, en Luisa, en Romualda, en Salomé, en el Minotauro, en el mendigo, en el niño, en el muerto, en el diablo, en el ángel perdido, en Godot, en La Negra o en el Profesor; es dirigir a cada uno de tus actores y personajes y llevarlos de la mano hasta el final, es situarlos en tu mente y darles un espacio para que puedan brillar, salir y conmover, espantar, alegrar o perturbar, pero siempre con un fin. Ser Teatrero es creer en príncipes y ranas, en coletos de arco íris y enamorarse del Don Juan o de Julieta. 
El que dirige, el que produce, el que critica, el que analiza, el que lo escribe, el que lo vive, el que arregla las luces y el que barre el espacio ¡Todos, todos somos teatreros señores!

Así que, a los que son teatreros como yo les digo: No seremos los mejores actores o directores (al menos yo no lo soy) pero sigamos luchando por esto, que es nuestra vida y es lo que somos. Ser teatrero no es una mancha, no es morirse de hambre ni nada insultante 

¡SER TEATRERO ES UN HONOR QUE SE GANA CON SUDOR Y CONSTANCIA!

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