No es aceite sobre arena. Es otra cosa que repta, que se desliza, que quema; que contrae y expande algo en el fondo del estómago y lo retuerce hasta que el dolor se vuelve insoportable. ¿Y a quien se lo digo? Quiero irme, no sé a dónde. Respiro, no quiero pelear, no más esfuerzo ¿Para qué tanto esfuerzo? Si al final no queda más que muerte. Muerte al despertar, al levantarse, al maquillarse, vestirse, volverse otra y decir: “buenos días mundo, aquí voy.”
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