Me perdí junto a mis flores y nuestras tardes a escondidas;
Se adueñaron de mí
Cansancio y unos pobres versos.
Ay de ti, insensata, que te revuelves entre tus cabellos
Y te patean tus propias huellas.
Vuelve hacia mí, esos tus ojos
Misericordiosos,
Que me han de juzgar mientras me ahogo en este valle de
Lágrimas.
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