sábado, 11 de diciembre de 2010

-/-A las seis-/-

Cuesta esperar. Pero por sobre todo duelen los silencios, los “¿y qué hubiese pasado si…?” Duele la incertidumbre y que al perro le lancen otro hueso; y mientras tanto ¿qué hago yo? Me puedo sentar a leer “Esperando a Godot” y no pasaría nada. También podría hacer intentos vagos de escribir sin concentrarme. Solo estoy segura de una cosa: quiero que este enjambre de ideas se calle. Y seguir esperando ¿No? Esperando a que se callen ellas, a callarme yo y que entonces pase: que hables. ¡Pero nada de saludos o cuentos esos de los tuyos! Yo quiero que hables de verdad. Que se deje de repetir este maldito monólogo que no lleva sino a la nada. Que me arranques estas ganas de salir corriendo, o de morirme o de ponerme a llorar, a veces de reírme porque sé lo que pasó estando yo maniatada y labiatada.
En lo que sigo esperando, no queda otra opción más que irse a la esquina a lamerse las heridas mientras esta Caracas triste y aperrada se despierta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario