sábado, 11 de diciembre de 2010

-/-Muñequita Lila-/-

Se la pasa sentada en el banquito verde, en la esquina de la izquierda, bajo la luz del poste. Algunos días se acuesta de largo a largo en el banquito,  pasa horas viendo al cielo y sonriendo con la mirada perdida. Los jueves a la 5:45 pm exactos, aparece desde el lado derecho del jardín, y camina con brinquitos hasta su banco, con un cuaderno en brazo. Se queda horas observando la misma página atentamente y con bolígrafo en mano. Hasta donde sé, nunca escribe nada.
Los viernes a las 2:00 pm, aparece invariablemente  vestida de lila: Gorrito tejido lila, bufanda lila, blusita de flores lila, faldita lila y zapatillas a juego. Es cómico verla sentada ahí, quieta, contemplando no sé qué, como la muñequita más lila y linda del mundo.
Los miércoles en la mañana aparece con un gatito. Lo suelta y el gato se queda agazapado bajo el banquito, hasta que ella, al rato, saca de su bolso rosa un ratoncito, y deja que el gatito juegue con su almuerzo un rato.
Es muy curioso todo esto, porque pareciera que vive en un extraño y dulce mundo de rutinas metódicas, tiernas e invariables.
Sin embargo, los lunes a las 4:00 pm es otra historia: nunca me he percatado de en qué momento aparece; solo sé que llega con un largo y oscuro traje, tan opaca ella como la noche más cerrada. Únicamente se distingue una pequeña cadenilla en su cuello, plateada como luz de estrella, donde titila un anillo más grande que sus frágiles deditos. Su cara parece un poco desencajada y rara. Los ojos siempre secos y vacíos. No hay cuaderno, ni gatito ni nada lila que la vuelva llamativa: pasa desapercibida en el banquito verde, en la esquina izquierda, bajo la luz del poste, como si fuese un adorno más del parque; como si hiciese juego con la pintura verde mate del asiento. Parece que quienes pasan a su lado no la ven. Es casi, casi invisible. ¡Y digo casi porque yo sí puedo verla! Invariablemente busco mi silla  y la pongo frente al ventanal los jueves a las 5:45 pm exactos, los viernes a las 2:00 pm, los miércoles en la mañana y los lunes a las 4:00 pm con la esperanza de ver alguna novedad en la extraña muñequita que aparece de lila una vez a la semana. Y nadie me interrumpe: hay gente que me habla, pero mientras estoy ahí, compartiendo desde lejos sus quehaceres, no hay interrupción que valga. Me parece sentir un pinchacito, como el de un mosquito, o una abeja ¡qué sé yo! Pero le hago caso omiso.
 Hay días, entre las 7:00 pm y las 7:02 pm, que su cabello oscuro se me hace un tanto familiar, como si lo hubiese visto reflejado antes en algún otro lugar.
 Pero solo pasa a veces.


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